El abundante Río binacional Colorado Delta, alguna vez sostuvo cerca de 800.000 hectáreas de humedales fértiles, bosques ribereños, laberínticas lagunas, y un estuario colosal. Esta enorme planicie aluvial del desierto fue, sin embargo, hace mucho tiempo, completamente reestructurada—y casi hasta la última gota de sus, alguna vez revueltas aguas, metódicamente reutilizadas para "un consumo beneficioso" de granjas fértiles y el crecimiento de las ciudades a lo largo de ambos lados de la frontera. A pesar de un régimen de control de los ríos, que por largo tiempo privilegió los intereses de la humanidad por encima de la naturaleza, las islas aisladas del desierto han encontrado, sin embargo el agua (y por lo tanto la vida) dentro de este paisaje intensamente mediado. Estos hábitats desconectados se han aprovechado de las "pérdidas administrativas" de este altamente regulado (y ahora peligrosamente redistribuido) sistema. Estos humedales son, en suma, el resultado de problemas en la tubería—canales con fugas, el exceso de riego, deslaves no deseados, o la ocasional inundación inesperada.
Sólo el diez por ciento del Delta original permanece—ubicado en México, casi en su totalidad. Más de 350.000 aves siguen utilizando con regularidad lo que queda, encontrando un hogar en medio de más de 200.000 hectáreas de las rentables tierras de cultivo. Los tres humedales que se describen en este proyecto se encuentran en la periferia de esta zona agrícola; son los humedales fuera de canal—situados a cierta distancia del cauce principal original del Río Colorado. Estos humedales son además creaciones completamente artificiales, y deben su existencia a los acontecimientos que tuvieron lugar en el lado opuesto de la frontera durante el transcurso de más de setenta años. Sólo uno de los tres humedales fue creado intencionalmente y goza de un futuro razonablemente seguro. Los otros dos permanecen dependiendo, de forma problemática, de las poderosamente arraigadas agencias gubernamentales de los Estados Unidos. Las historias complicadas que definen esta relación, precaria pero interdependiente, entre los humedales mexicanos y sus fuentes de agua en EE.UU. son tan fascinantes como la sublime belleza de de los humedales mismos.
El más viejo de los tres anida en las aisladas dunas de arena de Andrade Mesa, ubicado a tres kilómetros al sur de la frontera internacional y a unos diecisiete kilómetros al este de la ciudad de Mexicali, Baja California. Los humedales de Andrade Mesa brotaron de estas dunas en los años cuarenta durante la construcción del All American Canal—una gigante acequia de irrigación que corre a lo largo de la frontera con Estados Unidos reubicando la corriente de agua en una parte significativa del Río Colorado rumbo al oeste, hacia California. Como pueden crearse cavidades a través de las dunas de arena, el All American Canal comenzó a filtrarse—la huída de esta fuga migra en dirección al sur y al recibimiento que abre los brazos de lo que se convertiría en 2600 hectáreas de lagunas y humedales hermosos, aislados y de crucial importancia. Más de 100 especies de aves ahora han llamado hogar a los humedales Andrade Mesa, incluso la Endangered Species Act (Ley de Especies en Extinción) de Estados Unidos registró al Palmoteador de Yuma, un ave tranquila y oculta que sólo se encuentra en el Delta y la parte baja del Colorado. Durante casi setenta años, estos humedales se mantuvieron naturalmente ocultos también; no fueron siquiera descubiertos hasta el 2002. [1]
La válvula que riega este ecosistema accidental, sin embargo, fue cerrada en 2010. Un consorcio de agencias estadunidenses federales y municipales, armado con 365 millones de dólares y una retórica de la conservación del agua, de proporciones avasalladoras, recientemente bordeó de concreto el All American Canal con el fin de reubicar el “rescate” de la filtración hacia los suburbios de San Diego. Grupos civiles en ambos lados de la frontera demandaron al gobierno de los Estados Unidos por el daño que el revestimiento de concreto haría a las especies en peligro de extinción en los humedales Mesa de Andrade, pero finalmente fueron rechazados por una ley del Congreso.[2] El prolongado litigio sobre este tema dejó una cosa clara: la jurisdicción de la Endangered Species Act (ESA) de Estados Unidos, para proteger un animal o planta cuando, infelizmente, cruza una frontera internacional, está lejos de ofrecer una solución. Y, como los investigadores del Delta anticiparon, los humedales Mesa de Andrade han disminuido desde que el revestimiento de concreto se completó; con la ausencia de esfuerzo para encontrar un remedio, el 98% del agua dentro de ellos, probablemente desaparecerá. [3]
Los siguientes videos documentan varios de los pantanos de agua dulce y ciénagas salinas del complejo de humedales Andrade Mesa cerca de Ejido Irapuato durante el invierno y la primavera de 2012.
La gran y majestuosa Ciénega de Santa Clara, que se encuentra en el Estado mexicano de Sonora, cerca de ochenta kilómetros al sur de Arizona, es el humedal más grande y biológicamente significativo en todo el Río Colorado Delta. La Ciénega brotó a la vida en 1977 como resultado de una crisis de salinidad internacional que obligó a los Estados Unidos a desviar la corriente agrícola salada en un abandonado y degradado tramo frondoso de la planicie aluvial Delta, reviviendo el lugar inesperada y espectacularmente, a un grado que nadie creía posible. El distrito de irrigación de Arizona, culpable de crear la crisis que eventualmente originó el humedal, había estado vaciando estas corrientes no deseadas de regreso al Río Colorado desde 1950, acrecentando finalmente los niveles de salinidad del agua que llega a México, río abajo. Como resultado, los cultivos mexicanos murieron y el suelo mexicano, anteriormente fértil quedó destruido. Estados Unidos remedió esta catástrofe económica construyendo ciento diecisiete kilómetros de un canal de concreto como cruce fronterizo llamado MODE: Main Outlet Drain Extension (Ampliación Principal de Desagüe) que desvía la corriente salina lejos de las tierras agrícolas de México y de lo que se convertiría en 16.000 hectáreas de la Ciénega; hoy en día un hábitat brillante, extravagante, y crucial para más de 260 especies de aves locales y migratorias.
Junto con el canal MODE, Estados Unidos construyó una planta gigante de desalinización en Yuma, Arizona, para recuperar el agua y usarla posteriormente en el lado estadunidense. Aunque terminó en 1993, la Planta Desalinizadora de Yuma funcionó de forma intermitente hasta 2010, cuando los organismos municipales de agua de California, Arizona y Nevada (junto con el Bureau of Reclamation—Departamento de Recuperación) lo fraccionaron en veintitrés millones de dólares para reiniciarlo a un tercio de su capacidad en un periodo de prueba de diez meses. La expectativa era, por supuesto, que las ciudades abrumadas por la sequía: Los Ángeles, Las Vegas y Phoenix, pudieran reclamar el agua desalada de la Ciénega. Predeciblemente precavidos ante ese plan, los científicos del Delta, ambientalistas y el gobierno mexicano, negociaron con éxito un acuerdo binacional histórico que repone el agua al MODE durante el ensayo piloto—el agua es suministrada por los dos países y específicamente (y considerablemente) destinada sólo a la Ciénega. [4] Este acuerdo también prevé fondos para monitorear la salud del humedal en el transcurso de este experimento, que determinó finalmente que, de cara a este disturbio (a pesar de una reducción del 30% en agua y un aumento del 20% de la salinidad en general) la Ciénega, a corto plazo demostró su resistencia. [5]
La Planta Desalinizadora de Yuma, sin embargo, sigue siendo una amenaza importante para el futuro de la Ciénega. Con su etiqueta Federal de 256 millones como precio, Reclamation continúa promoviendo la planta como "conservación integral del agua y herramienta de reciclaje" para la cuenca del Río Colorado, ahora con una prolongada década de sequía. Estados Unidos. puede, por cierto, reclamar legalmente toda el agua de la Ciénega de hecho, porque los 100.000 pies de acre (124 millones de metros cúbicos) al año que normalmente fluyen a través del MODE, están por encima del derecho legal de México sobre el agua del Río Colorado. [6] Desde la perspectiva de las agencias estadounidenses, entonces, reiniciar un servicio descuidado durante mucho tiempo a un precio alto, para aliviar la escasez de agua en el suroeste, parece una decisión perfectamente racional. El profesor de ciencias políticas Brett Birdsong resume la ironía de la situación de la Ciénega con su afirmación de que el humedal debe su viabilidad a los errores del pasado y, a la vez, corre el riesgo de que los errores sean corregidos del todo. [7] La Ciénega está, por cierto, en una posición peculiar: problemáticamente atada a dos países y a dos competencias imperantes, una cuestión cada vez más común en las regiones áridas del mundo. Sin embargo, hay esperanza para esta situación, en el hecho de que ambos países han ya reconocido formalmente el valor crucial de la Ciénega, aunque la solución definitiva no se ha alcanzado todavía.
El siguiente video documenta las secciones de este extenso y elegante humedal desde la cara norte de su intersección con el MODE, desde el sudoeste y desde el centro del lugar, durante el invierno y la primavera de 2012.
La historia de Las Arenitas es decididamente más vital. Como Andrade Mesa y La Ciénega, es un sitio totalmente antropogénico, pero a diferencia de los demás, este lugar no fue un accidente. Las Arenitas representa un remedio altamente exitoso y colaborativo para dos grandes retos fronterizos: la restauración de humedales y la mejoría de la infraestructura municipal. Ciudades fronterizas de México han sido financieramente y operacionalmente obstaculizadas por la explosión demográfica alimentada por el NAFTA y, en el caso de la ciudad de Mexicali, en pleno crecimiento, la infraestructura de aguas residuales ya existente, se vio sobrepasada. Desde la década de 1960 hasta el 2007, el florecimiento de aguas negras municipales e industriales de Mexicali exigió una ruta de escape—y encontró una, que hizo hacia el norte en el canal de cruce fronterizo del New River. La recepción de este efluvio, después de cruzar (obviamente) era predecible e implacablemente antagónica. En eventual respuesta a la crisis, un consorcio de agencias binacionales[8] construyó una nueva planta de tratamiento de aguas residuales a lo largo de un tramo despoblado de desierto, al sur de la ciudad, desviando de la frontera y fuera de la cuenca del New River, con éxito, cuarenta y cinco por ciento de las aguas residuales de la ciudad. Activistas ambientales del Delta, muy conscientes de que el agua (incluso agua tratada) podría ser un salvavidas para el Delta, forjaron un acuerdo con los funcionarios de Mexicali en 2008, para dedicar treinta por ciento de la descarga de la planta de tratamiento al Río Hardy, un afluente del Río Colorado. Bajo las condiciones adecuadas—usando la lógica- algo de este efluvio tratado no sólo podría restaurar el corredor rivereño del Río Hardy, sino que también podría fluir desde el Hardy hacia el mismo fondo del Río Colorado—lo que posiblemente reconectaría la ancestral y larga ruta interrumpida del agua hacia en el Golfo de California. Es un esfuerzo de reconexión a través de los lavabos y sanitarios de 300.000 personas, pero una reconexión histórica, no obstante. Estas ONG ambientales (incluyendo Pronatura Noroeste de México y el Sonoran Institute con sede en Estados Unidos), también negociaron exitosamente con el gobierno mexicano para crear un vasto y encantadoramente manufacturado humedal, al lado de esta nueva planta de tratamiento—ahora un profundamente hermoso lugar donde miles de aves locales y migratorias aletean, graznan y se arremolinan junto al espumoso efluvio, bajo el impresionante cielo desértico. En Las Arenitas, los trabajadores de los ejidos locales están plantando sauces, álamos y espadañas, mientras las excavadoras y retroexcavadoras canalizan las lagunas para facilitar el delicado vaivén hidrológico, necesario para limpiar naturalmente de contaminantes el agua reutilizada.
Es un extraordinario lugar de doble funcionamiento, y el siguiente video documenta este sitio milagroso durante el invierno y la primavera de 2012.
Hay muchas otras islas cruciales del desierto Delta, además de Andrade Mesa, La Ciénega y Las Arenitas. El corredor ribereño a lo largo del cauce principal del Río Colorado ha probado ser una zona especialmente fructífera para la restauración—menos costosa que trabajar con las tácticas que desafían los humedales fuera del canal que este proyecto describe. El Sonoran Institute, Environmental Defense Fund (Fondo de Defensa para el Medio Ambiente), y Pronatura, con el apoyo del gobierno mexicano, se han asociado para crear un Fideicomiso del Agua con el fin de establecer exenciones de conservación y adquisición de derechos de agua a lo largo de varias secciones del río, para la renovación del hábitat y de los caudales ecológicos destinados. Hasta el momento, han asegurado 3.7 millones de metros cúbicos de agua por año y (con la ayuda de la Comisión Nacional del Agua -Conagua- en Mexico) 485 hectáreas de tierra también. El director de Pronatura Noroeste, Osvel Hinojosa, afirma que la restauración significativa del Delta puede ocurrir con sólo el uno por ciento del caudal total del río, y con sólo tres por ciento de los derechos de agua de riego del Valle de Mexicali. El objetivo a largo plazo es conseguir 62 millones de metros cúbicos de agua al año para los caudales de los ríos dentro de la corriente permanente, y 308 millones de metros cúbicos de "flujo pulsátil" cada cuatro o cinco años, para simular episodios históricos de inundaciones impresionantes—una odisea que surge después de rastrear la planicie aluvial, desahogarla de sales y otros contaminantes y establecer los álamos y sauces originarios que requieren inundar sus semillas para germinar.[9] Las ONG tienen la esperanza de que los flujos de base permanente para el río se puedan asegurar con recursos totalmente mexicanos, pero asegurar estos fundamentales flujos pulsátiles será una propuesta un poco más compleja. Reproducir estas grandes inundaciones requiere la elaborada cooperación y coordinación con Estados Unidos, en parte porque no hay una reserva para almacenar y liberar el requerido "excedente intencionalmente creado" del lado mexicano del Río Colorado. En un escenario ideal, Estados Unidos designaría algo de su propia distribución del Río Colorado para este esfuerzo, pero este tipo de acuerdo no está asegurado todavía. Los ejemplos del revestimiento de concreto del All American Canal y la Planta Desalinizadora piloto en Yuma, demuestran que algunas agencias del agua de Estados Unidos intentan conectar cada fuga en el sistema y aprehender cualquier posible flujo rebelde. [10] Los flujos clandestinos, por desgracia, son exactamente lo que necesita el Delta. Las dramáticas inundaciones de El Niño de los años ochenta y principios de los noventa, demostraron que la fauna del Delta podría recuperarse milagrosamente, abastecida incluso con una cantidad pequeña de agua inesperada. Estas inundaciones asombraron a los expertos y provocaron la idea, entre los conservacionistas, científicos y agencias gubernamentales, de que el Delta no fue la causa perdida que muchos supusieron durante tantos años.
No obstante las complejidades de la futura cooperación binacional, el calentamiento global no hará el trabajo de los conservacionistas más fácil. Se espera que, con un aumento anticipado de 3 grados centígrados en la temperatura media de la Cuenca del Río Colorado a lo largo de este siglo, disminuya la acumulación de nieve y deshielo en la cuenca alta, y aumenten los niveles de evaporación en la cuenca baja, lo que reduce la corriente estimada anual entre un cinco y un quince por ciento. [11] Las temperaturas más cálidas en el Delta también podrían estresar la zona pesquera, cambiar los patrones migratorios de las aves, desplazar el área de distribución geográfica de las especies y facilitar la expansión de diversas plagas y gérmenes.[12] A pesar de estos desafíos adicionales, los conservacionistas del Delta se esfuerzan por lograr cambios políticos que permitirían legalmente dedicar el agua a valores ecológicos en ambos lados de la frontera, mientras que se organizan en el terreno los esfuerzos comunitarios de restauración en México: un sauce y un álamo, una hectárea y un metro cúbico a la vez. [13]
Vale la pena señalar en este punto que el agua del Río Colorado (así como su infraestructura de agua) alguna vez fue el conducto que unió esta región. Hasta 1930, un canal en común irrigó la agricultura del Delta en los dos países; la frontera era física, cultural y económicamente porosa y permeable.[14] La construcción de la Presa Hoover y el All American Canal, también El Tratado de Aguas de 1944 junto a las acciones más recientes, han promovido una postura mucho más posicional sobre el agua transnacional. El reto ahora, como los activistas del Delta están demostrando, es el uso de agua como un instrumento para construir la comunidad entre México y Estados Unidos, y también utilizar el agua para, una vez más, conectar las dos naciones con el objetivo común de recuperar el medio ambiente de la región completa, la cultura y la economía.
Estos activistas están decididamente enfocados y organizados. Están existiendo efectivamente como engranaje en las estructuras institucionales, desafiando persuasivamente los paradigmas establecidos y desplegando cautelosa y exitosamente las prácticas micro-políticas en búsqueda de sus objetivos. Los artistas y productores culturales a menudo despliegan las formas de agudeza organizativa, eficaz y mediadora que estos activistas del Delta manifiestan. Además ellos mismos a menudo se encuentran trabajando en torno a las estructuras institucionales (y desafiando los paradigmas institucionales) que pudieran limitar el acceso y la capacidad de su trabajo. Estas estrategias de adaptación no son de ninguna manera nuevas o novedosas, los artistas regularmente confrontan y superan los confinamientos culturales que enfrentan como una condición esperada y común en su vida laboral. Los productores culturales que encuentran y promueven las conexiones entre las disciplinas establecidas y líneas de cuestionamiento crítico; además, a menudo pueden moverse más fluidamente, con mayor mediación recíproca, a través de las exigencias éticas de todos nosotros, interactuando en este tiempo de necesidad ecológica y social urgente.
Estos humedales manufacturados inspiran circunspección y humildad hacia su precaria fragilidad, así como admiración y respeto por su notable capacidad de recuperación. Los defensores del Delta en esta historia, negociaron hábilmente y sortearon los límites y obstáculos en sintonía con las corrientes de agua que desafían las fronteras y la vida silvestre que protegen. Los matices, las perceptivas verdades del suelo de los humedales mismos, crearon un territorio de valores compartidos—un territorio que todos podemos ocupar—podamos o no navegar la línea.
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[1] Osvel Hinojosa-Huerta et al., "Andrade Mesa Wetlands of the All-American Canal," Natural Resources Journal 42, (2002): 899-914.
[2] Un análisis detallado de la historia de este litigio, que involucró no sólo a las organizaciones ecologistas, sino también a una comunidad de agricultores mexicanos cuyo sustento se ve amenazado por el revestimiento del All American Canal, se encuentra en el artículo de Alfonso Cortez Lara, Megan Donovan y Scott Whiteford The All American Canal Lining Dispute: An American Resolution Over Mexican Groundwater Rights?, El Colegio de la Frontera Norte, (2009): 134-142.
[3] Zamora-Arroyo, Francisco, Peter Culp, and Osvel Hinojosa-Huerta, "Looking Beyond the Border: Environmental Consequences of the All American Canal Project in Mexico and Potential Binational Solutions in The U.S.-Mexican Border Environment," SCERP Monograph Series no. 13, (2006): 30.
[4] La Minuta 316 (2010) del Tratado de Aguas entre México/ Estados Unidos de 1944, establece los detalles de esta coordinación binacional. La Minuta 316 no pudo haber sido creada sin la Minuta 306 (del 2000), un acuerdo que establece un marco teórico por la cooperación binacional para preservar los valores ecológicos del Río Colorado Delta.
[5] Flessa, Karl, et al, Environmental Monitoring of the Ciénega de Santa Clara, a Mexican Wetland: Transboundary Water and the Yuma Desalting Plant, presentación en Power Point de la Universidad de Arizona (2011).
[6] El Tratado del Agua México / Estados Unidos de 1944 concede a México 1.5 millones pies-acre de agua del Río Colorado por año, en promedio 10% del flujo anual total del Colorado. Un "pie-acre" es la medida estándar para la asignación de agua en los Estados Unidos, y es la cantidad de agua necesaria para cubrir un acre de tierra (0,4 hectáreas) a la profundidad de un pie (0,3 metros). Para ponerlo en perspectiva, una familia estadunidense promedio de cuatro miembros, consumirá un pie-acre de agua (1,2 millones de litros) en un año. La familia mexicana promedio utiliza 60% menos, aproximadamente 720.000 litros por año.
[7] Birdsong, Bret C., "Séances, Ciénegas, and Slop: Can Collaboration Revive the Colorado Delta?" Scholarly Works, Paper 295 (2008): 861.
[8] The International Boundary Water Commission (IBWC) y el North American Development Bank (NADBank), a través del EPA-sponsored Border Environment Infrastructure Fund (BEIF), pagaron el 55% de los $ 50 millones que costó este proyecto, y el gobierno mexicano pagó el 45% restante.
[9] Francisco Zamora-Arroyo, et al., "Conservation Priorities in the Colorado River Delta, Mexico and the United States," Sonoran Institute, (2005): 35.
[10] Otro ejemplo de este esfuerzo, por parte de los Estados Unidos, para eliminar el "desperdicio" en los flujos no programados y no regulados, o inundaciones, es la construcción reciente (2010) de la Reserva Drop 2 a lo largo del All American Canal. Finalizada con fondos de la Southern Nevada Water Authority, este depósito será capaz de contener entre 61 y 370 millones de metros cúbicos de agua destinada a México por exceso de liberación –Agua que podría, potencialmente, haber beneficiado la fauna del Delta.
[11] Secure Water Act Section 9503(c)—Reclamation Climate Change and Water 2011, U.S. Department of the Interior Policy and Administration Bureau of Reclamation (2011): 21-55.
[12] Secure Water Act Section 9503(c), 57-58.
[13] Un sumario detallado de este esfuerzo de restauración puede ser encontrado en Community-Based Restoration of Desert Wetlands: The Case of the Colorado River Delta (Osvel Hinojosa-Huerta, et al.) U.S. Dept. of Agriculture, Forest Service, Pacific Southwest Research Station, (2005): 637-645.
[14] Garcia-Acevedo, Maria Rosa, “The Confluence of Water, Patterns of Settlement, and Constructions of the Border in the Imperial and Mexicali Valleys (1900-1999)” Reflections on Water: New Approaches to Transboundary Conflicts and Cooperation, Ed. Joachim Blatter and Helen Ingram, Cambridge: MIT Press (2001): 72-74.